LA EXPERIENCIA POR LA QUE TODO BARISTA DEBE PASAR.
Hay muchas cosas que un barista debe conocer, técnicas para preparar métodos, formas de cremar, cómo conseguir un buen expreso, pero todo al final redunda en la materia prima: el café.
El barista cuenta con una responsabilidad y un deber que no muchos toman en cuenta o conocen, y es el hecho de expresar de la mejor manera posible el café; para que de esa forma se reconozca la labor que lleva a cabo el productor.
Si recibiste un mal comentario sobre el café que preparaste ya sea por tu inexperiencia, por no prestarle la debida atención mientras lo preparabas o simplemente porque no fue la recomendación adecuada para el cliente, no solo afectas la imagen del coffeeshop para el que laboras sino también al productor; ya que la experiencia que le diste al cliente no fue la mejor y lo más probable es que la encierre en que el café era malo.
Se debe cuidar y valorar el trabajo que hacen los productores ya que son ellos quienes nos brindan la materia prima que utilizamos.
¿Qué imagen tienes del productor?
Si cuando menciono la frase productor de café se te viene a la mente un hombre con al menos 3 camionetas 4x4, camisa Columbia, zapatos North Face, y varios guardaespaldas a su alrededor déjame decirte que esa imagen es errónea.
Recientemente visité como parte del equipo de Nativo la finca Los Laureles propiedad de Oscar Daniel Ramírez, quien hace poco ganó taza de excelencia 2017 con su variedad Parainema. En el transcurso del viaje pensaba “por fin conoceré una finca ganadora de taza de excelencia, no imagino la tecnología que desarrollaron para obtenerla”. Erróneamente mi concepto de productor era el que describí en el párrafo anterior, pensaba que la finca contaba con tecnología de punta, y lo mejor en maquinaría, pero al llegar (sin mencionar que el estado de la carretera es deplorable, sin iluminación, y sin el mantenimiento adecuado) la sorpresa fue tan grande que me sentí apenado de mí mismo.
Oscar Daniel Ramírez padre nos recibió al llegar. Un hombre con su ropa de trabajo, su sombrero y su celular no sofisticado, nos ofreció agua y limonada para saciar la sed y refrescarnos un poco.
Durante el recorrido por su finca nos relató su historia, sus inicios como productor hasta cómo ganó la taza de excelencia. Poco a poco me fui dando cuenta que eran personas muy humildes (humildad no significa escasez de recursos sino sencillez, modestia, nobleza) y algo que me llamó mucho la atención fue cuando mencionaron que antes de ganar taza de excelencia no contaban con luz eléctrica en su comunidad. Recuerdo haber pensado: “no puede ser posible”. Rápidamente entra una motivación por ser mejor barista, no solo por quien quiero ser, sino por quienes están detrás de la taza de café que se sirve, productores (as), cortadores (as), familias enteras que desarrollan la ardua labor del café con los recursos que están a su alcance y que no siempre son los mejores, las situaciones difíciles por las que pasan, el precario trayecto que deben hacer para que su café llegue a tu mesa y tantos factores.
La vista tan hermosa que te puede regalar 1450m.s.n.m. sumado al clima muy fresco (a pesar que era verano) hace que un escalofrío recorra tus huesos. Definitivamente, visitar una finca puede llegar a cambiar totalmente tu pensamiento, porque conoces una parte de la historia del café que tomas por las mañanas, por el que vas todos los días al coffeeshop con tus amigos, por el que te regala momentos inolvidables.
Como barista, ese viaje me refundó un nuevo concepto, motivaciones, reconocer y darle más valor al café y sobre todo la pasión para servir cada taza de café como si fuese invaluable y espero que tú también lo hagas.
Eduardo Elvir
Barista en Café Nativo, Honduras.
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